Entrevista a Alberto Lucero – Mayo 2013

Entrevista a Alberto Lucero: “El que habla es el cuerpo”

 

 

  • ¿Qué es la narración oral para vos?
  • Puedo definir la narración oral desde dos lugares: metafóricamente y técnicamente. Técnicamente, es la relación emocional entre el que habla y el que escucha. El que habla es el cuerpo, la palabra es la que completa. Metafóricamente, es un viaje sin brújula a una zona atemporal. Diría que es el viaje a un sueño.
  • ¿Cuándo y cómo decidiste que querías ser narrador oral?
  • Yo vengo del teatro, soy un hombre de teatro. Siempre he sido muy lector. Concretamente, conté un cuento por primera vez en el ’90. Me encontré con una persona que hacía un curso de cuentos, y me llamó la atención. El primer libro que me mostró, fue un libro de Draghi Lucero; yo había escuchado cuando era chico que contaban sus textos por la radio. Recordé lo que había escuchado, y decidí probar. Me subí a un escenario a contar cuentos pero, en ese momento, lo hice como actor, porque no conocía otra cosa. Cuando terminé me di cuenta que lo que yo había escuchado en la radio era otra cosa, no era eso; y me puse a investigar sobre la narración oral. Lo tomé desde el lugar de la comunicación, como había hecho con el teatro. Con el tiempo, me di cuenta de que no tienen nada que ver. Son artes diferentes, con lenguajes estéticos distintos. En la narración no hay personajes, hay héroes. Luego, durante veinte años, me dediqué a la tarea docente sobre los narradores. Trabajé sobre el narrador, el texto no me interesó, no me parece relevante a la hora de formar un narrador. Es una consecuencia, una herramienta que puede estar o no. Ni el texto, ni la palabra, ni el cuerpo son los que permiten el viaje, sino la relación emocional que establece la narración oral. Es la emoción. Así como en el teatro es la acción dramática la que permite ver.
  • ¿Estudiaste narración oral?
  • No, estudiar no estudié. Fui mirando. Lo que tenía era la experiencia y la sospecha. Yo soy de las personas que trabajan sobre todo a partir de la intuición. Primero voy a la práctica y después a la teoría. Como no había teoría al respecto, empecé a elaborar algunos conceptos, que se fueron transformando en un pequeño libro. Los libros que había no me aportaban a la línea que a mí me interesaba seguir. Igualmente, comparto con ellos varios conceptos; lo principal que nos distingue es que yo no hago hincapié en el texto. Mi tarea no es el texto, sino el elemento más importante que tiene la narración como signo, que es el narrador. Creo que la mayoría de los narradores quedan atrapados en la estructura de la literatura, por más que pasen el texto al lenguaje oral. Mi trabajo tiene que ver con las emociones del narrador. Yo veo que decimos mucho más con el cuerpo que con las palabras.
  • ¿Cómo elegís un cuento para contar?
  • No es sencillo. Del mismo modo que hago todo: por intuición. Nos conectamos. Antes reviso mucho cómo estoy, me reviso a mí mismo, y me ubico en el contexto. A partir de ahí aparece la propuesta, que a lo mejor ni siquiera está escrita. Un verano estaba escribiendo algo y se me ocurrió “¿Por qué no hacer El Quijote?”. A penas terminé de decir la frase en voz alta, me di cuenta de que era una locura. Sin embargo, a los pocos días agarré la novela. Después de leer los dos tomos, busqué versiones cortas. Entonces me pregunté cómo iba a contar eso, lo que me llevó a preguntarme qué me movía a contar. Lo que me movía era la propuesta de equilibrar la locura y la realidad. Noté que necesitaba un balance, después del año lleno de trabajo que había pasado. También me puse a pensar cómo fue tan popular la novela en una época en la que no todos leían, y me di cuenta que fue porque se contaba. Decidí que la iba a contar así. Conté la estructura primaria, la base de cada situación. Me llevó tres años contarla entera. Iba contando dos o tres capítulos por fin de semana. A lo largo de esos tres años se fue transformando en un material comunicable a través del juego, la música, y sobre todo los hechos. No interesaba tanto la descripción como los hechos.
  • ¿Cómo trabajaban la unidad en cada función?
  • No hacíamos reseña de lo que se había contado antes, y eso tal vez disparara la idea de ir a leer El Quijote. No lo pude comprobar. Hay una versión de Mujica Lainez que es muy linda, muy rica. Después volví a repetir las andadas en un texto de Draghi, “A dónde irás y no volverás”, con un coro. Ahí trabajé narrador y coro. El coro participaba cantando, pero también hablando, y con una coreografía específica. La narración y la música forman un tejido, que el espectador ve como una unidad, sin diferenciar una de otra.
  • ¿Qué cosas pensás que se pueden cambiar y qué cosas no, al momento de contar un cuento literario?
  • Creo que se puede cambiar todo, mientras se respete la acción principal del autor. Respetando eso, que es el relato, se puede contar desde cualquier punto de vista o perspectiva. Como en el cine. No me parece que deba respetarse el encuadre literario. La transformación de un lenguaje a otro no es lineal, porque la sintaxis de la escritura no tiene que ver con el discurso oral. Son cosas distintas. Se nota cuando se escucha un relato si se está escuchando sintaxis o discurso.
  • ¿Contás algún tipo de cuento específico?
  • N La elección la hago siempre revisándome, o revisando el equipo con el que voy a trabajar. No voy por la moda; ni siquiera porque un cuento simplemente me gustó. El material para ser narrado pasa por un tamiz muy fino. Lo más maravilloso que me ha pasado fue narrar El Quijote. También cuento cuentos populares. Como ejercicio me parece divertido preguntarle al oyente qué quiere que se le cuente. Creo que es una manera de comprobar que la formación funciona. La estructura del relato oral, al momento de ser narrado, es la estructura del habla, desde un lugar más estético.
  • ¿Contás con objetos o vestuario?
  • Si lo requiere lo que voy a hacer, sí. En lo que estoy haciendo ahora, que es “Moreira” no hay nada; en el espectáculo anterior, “Puro Fuelle”, había un bandoneón, y varias cosas más en escena. La impresión que daba era de algo desordenado, pero iba tomando consistencia a medida que el relato avanzaba. No dejaba de ser narración, porque siempre había un narrador hablando de algo, no había personajes.
  • ¿Cómo preparas un espectáculo?
  • Por ejemplo, Moreira surgió de una serie de mails que me mandé con un amigo, que derivaron en un relato largo, de aproximadamente cincuenta hojas. De ese relato, me centré en la relación de los opuestos para contar, desde un punto de vista épico. “Puro Fuelle” fue armado a partir de un bandoneón.
  • ¿Los cuentos cambian en las diferentes funciones?
  • Sí, cambian. Lo que no cambia es el hecho principal, que da origen al relato. Las secuencias pueden agregarse o quitarse. Igualmente, es raro que se cambie eso.
  • ¿Qué es y cómo surgió “La Kuentera”?
  • “La Kuentera” nace como una necesidad de encuadrar una investigación, después de que conté esa primera historia, y me di cuenta que había un mundo que no conocía. En ese momento, yo estaba egresando del IUNA como director de teatro. Le puse “La Kuentera” porque, como decía Sarmiento, para que llame la atención hay que cambiarle una letra. Como organización para investigar las temáticas de la expresión, del cuerpo y de la palabra, surge en 1991.
  • ¿Qué actividades se realizan?
  • En este momento, hay talleres y espectáculos. Estos últimos, son espacios donde se muestra el trabajo y se puede experimentar. El trabajo de los talleres es un trabajo formador sobre el narrador, lo que le va pasando, sus deseos, sus capacidades y aptitudes expresivas. Se trata lo que cada uno tiene, no se impone nada. No tiene sentido que yo trate de imponer mi impronta, porque son otras personas y se debe respetar quiénes son y qué hacen. Hay que potenciar las destrezas de cada uno. No es lo mismo trabajar con personas mayores que con jóvenes. Los mayores, difícilmente van a querer cambiar; aunque hay quienes se animan a romper todas sus estructuras. La idea tanto de los talleres como de los espectáculos es la de romper permanentemente, indagar, y que cada narrador sea capaz de armar lo propio. Hay dos sedes de los talleres, una en Floresta y otra en Caballito. Trabajamos en tres niveles, principiantes, iniciados y profesionales; pero se puede ingresar en cualquier momento del año, a cualquier grupo, porque el seguimiento es individual y personal. Los grupos son de no más de ocho personas, sino no se puede trabajar. En cada clase, cada uno cuenta algo, y eso se desmenuza para que puedan llevarse lo propio, mas el aporte de lo ajeno.
  • Si tuvieras que dar una razón por la cual contás, ¿Cuál seria?
  • La salud. Hablar, comunicarse, genera salud, limpia y aligera el alma. Hace unos años fui contratado por el servicio de alergias del Hospital Argerich para contar cuentos en la sala de espera. Yo ya había curado mi propia asma a través de la palabra. Con los pacientes, además de contar cuentos, trabajaba para que ellos contaran también sus relatos, y aparecían cosas maravillosas.

 

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