Entrevista a Pedro Parcet – Abril 2012

“Todo puede ser, pero no todo se puede”

Entrevista a Pedro Parcet

 

  • ¿Qué es la narración oral?
  • La narración oral es un arte antiquísimo que nosotros tratamos de complicarlo bastante, todo el tiempo. Una de las cosas que a mí me interesa sobre esto es que si es necesario desarmar todo lo que uno construyó para empezar de nuevo, hay que hacerlo. Volver a la fuente, a lo primitivo, al pájaro, a la piedra, al viejo que observa. Más que nada es eso, una manifestación increíble de arte puro. Desde mi lado de narrador oral, yo soy más que nada un narrador de cuentos de tradición oral, a pesar de haberme formado con un narrador oral escénico de primer nivel como es Juan Marcial Moreno; pero me he volcado planamente a lo que es la oralidad. Y lo pienso desde la tierra, desde el viejo que observa y que oye todo. Y eso es arte. Poder ver el vuelo de un pájaro, que quede suspendido y mirarlo. El pájaro tiene su arte, y la planta tiene su arte. Es arte.
  • ¿Acá, en Argentina, se hacen festivales de narración oral?
  • Sí, se hace el festival “Te doy mi palabra” que está organizado con mucha fuerza. Es tanto lo que se hace, que a veces se va de las manos; pero la intención es tan fuerte que supera todo. Este 2011 fue el décimo año que se hizo. Lo organiza Claudio Ledesma desde el principio. Y está muy bueno porque es una forma de abrir las puertas a los narradores. Muchos están desde siempre, y muchos se van entusiasmando en cada festival.
  • ¿Hay distintos estilos, o escuelas dentro de lo que es la narración oral?
  • Sí, hay muchos estilos. Hay escuelas muy antiguas acá, que tienen una línea de trabajo muy interesante; y se fueron incorporando otras áreas, que pueden llegar a aportar a los cuentos o no. Hay escuelas más modernas, en las que vas a estudiar en poco tiempo, y en realidad no te formás, y de ahí salís a hacer espectáculos. La narración oral es un camino, y el secreto es con quién estudiaste, con quién te formaste. Una persona que hizo treinta talleres, no necesariamente narra mejor que una que hizo ocho, quizás los treinta talleres la confundieron tanto que no sabe dónde esta parada. Todo puede ser, pero no todo se puede. Y el tema acá no es la diversidad de escuelas, sino que todas se puedan encontrar en una unidad. Siempre hay algo para aprender del otro. Yo voy a ver a otros narradores, y aprendo de mis alumnos. Es fundamental que el que piensa que sabe, en un momento se de cuenta que no sabe; y después va a creer que sabe de nuevo, y a darse cuenta otra vez que no sabe. Ese es el alumno, y el maestro también.
  • ¿Cómo te surgió esto de la narración oral?
  • Surge, dentro mío, hace muchísimos años. Yo hace 25 años que vengo escuchando historias en las mezquitas de los imanes. No solo religiosas, sino cuentos. Y al principio yo no era narrador oral, pero era un buen escucha. Y todas esas historias empezaron a quedarme, porque venían de boca. Y gracias a la narración oral y a las técnicas de la narración oral puede recuperarlas. Yo hace doce años empecé a escribir mis propios textos. El tema es que cuando uno escribe después quiere mostrarlo. Y encontré un lugar donde podía mostrarlos que era un teatro mítico, se llamaba “La Moviola”, de Lili Blanca; una narradora muy interesante. Un día voy con mis textos y le digo: “Yo escribo esto, ¿puedo leerlos?” y me dice “Sí, un gusto, pero también podes contarlos”. Y empecé a estudiar con Lili un tiempo y, realmente, me dio una mano enorme y así aprendí a contar cuentos desde lo más básico. Después lo conocí a Juan Marcial, que cuando lo vi dije: “Esto es lo que me gusta, desde ese lugar, como lo hace él”. Yo soy incondicional de Juan Marcial Moreno. Hoy no puedo ir a estudiar con él por un tema de horarios, pero sigo estudiando con él porque la enseñanza me sigue cayendo día a día. Ahí es donde yo creo que un maestro te forma para toda la vida. Él me dio la libertad para que yo pueda descubrir cosas futuras por mí mismo, para que pueda explorar.
  • ¿Qué tiene que tener un cuento para ser contado?
  • En mi caso, yo me dedico al folclore. Pero también cuento cuentos de autor. Tiene que tener contenido, peso, un problema. Igualmente el cuento tiene mucho más de lo que uno cree que tiene, se ríe de uno cuando piensa que ya sabe lo que tiene el cuento. Tiene más siempre. Nosotros vamos cambiando y el cuento cambia para nosotros, nos muestra otra cara. El cuento en sí suele tener todo. Hay mucha gente, por ejemplo, que no es partidaria de contar anécdotas o leyendas, porque dicen que se cae al final. Sin embargo todas esas cosas son contables, para mi gusto, porque hay un trayecto dentro del cuento; y quizás un narrador cuenta una historia y vos no te acordás después de toda, pero ese pasaje te marca y te queda para toda la vida, como una llave de enseñanza. Creo que el cuento uno lo elije, primero, porque le gusta a uno. Yo no soy de los que cuentan por compromiso, que se puede hacer, como profesional. Yo elijo lo que quiero contar, y a mí se me siguen revelando cosas con los mismos cuentos. Es como que le salen brotes nuevos, esa es la magia que tiene el cuento.
  • ¿Un mismo cuento cambia depende el público al que uno se lo esté contando?
  • Hay una unidad viva, hay una presencia, un espacio que se crea entre el narrador y el oyente. Es siempre nuevo, una instalación absolutamente nueva que cambia siempre, obligadamente. Por otra lado, el cuento cambia a veces en función de ciertas personas porque tenés que fijarte lo que vas a decir frente a un público u otro; y el cuento en sí también cambia porque sí. Se revelan cosas en el momento que estás contando. Yo en lo personal, si bien sigo los esquemas, no fijo palabras; entonces el cuento siempre es fresco, y hay gente que me dice qué tengo que decir yo. Se hace como una comunión.
  • Si tenés pensado un repertorio especifico y te encontrás con que el público no es el que creías que iba a ser, por ejemplo, hay más niños, ¿cambiás el repertorio?
  • Primero uno tiene que ser un narrador de repertorio, tiene que formarse, tiene que tener material. Si tenés muy poco material, tenés muy poco campo de acción, esa es una realidad. Puede pasar que no te guste contar para chicos, y no contás para chicos. Si vos hacés una función para grandes únicamente, y vienen chicos, les decís que contás para adultos, porque hay cosas que no podés modificar. Lo que sí es modificable es en función de la gente que hay. Yo cambio el material, lo doy vuelta. El repertorio lo tengo, básicamente, pero no está establecido; sé que son seis, ocho, nueve cuentos posibles que los voy moviendo.
  • ¿Qué cosas se modifican y qué cosas no de un texto original al momento de contarlo?
  • En el caso del folclore, yo creo que es demasiado simple y a la vez complejo como para uno destruir la historia de una comunidad completa. Podés por tu boca desdecir lo que dijo una comunidad entera, y ¿por qué? El folclore hay que conocerlo, hay que tratar de ver de qué se trata, ver su origen, sus costumbres. No por eso te vas a hacer mejor narrador, pero es una impronta que uno tiene que tener, esa curiosidad. Y después no hay que pegarlo como si uno fuera un maestro de escuela, simplemente vos lo tenés que conocer. De todas maneras los cuentos que hoy nos llegan como leyendas escritas están retocados; pero hay un hilo muy fuerte y términos que se utilizan, que sabes que son de una determinada cultura y cuando otra cultura u otras personas usan otro lenguaje el folclore hace agua, se rompe, no suena bien. Cada etnia tiene su musicalidad, y eso hay que respetarlo. Por otra parte, con los cuentos de autor hay un problema enorme porque uno los recrea. Lamentablemente no se pueden contar como están escritos, porque están escritos para ser leídos y entonces vos tenés que modificar muchas de las palabras. No así el sentido de lo que dice. Por ejemplo, no se cuenta en metáfora, y se escribe en metáfora. Aunque hay autores, como Girondo, que son intocables prácticamente, porque son lenguajes únicos. Tocar eso es destruir, como destruir el folclore. Hay autores que vos tenés que saber su código de palabras, y hay otros que son más libres. Aparte hay autores que te prohíben ser contados… no los cuentes. Hay tantos autores, que no son conocidos, que son fantásticos. El folclore es el pensamiento y el sentimiento de una comunidad; el autor que escribe literatura escribe en solitario. Entonces, a la hora de narrar, es otro lenguaje. Con el folclore contás algo que fue, y con el autor te encontrás que está dando un presente.
  • ¿Vos contás con otros narradores?
  • Sobre ese tema hay algo crucial que es la importancia de tratar de tener buena energía con las otras personas. No hay que competir, no hay que creer que el trabajo de uno es “La Obra”. Se nota mucho cuando uno está disfrutando la contada, y cuando está tenso sufriendo por lo que va a hacer el otro. Sobre todo está el disfrute; y si tenés que indicar algo hacelo de buena manera. Si vos no confías en la otra persona, no te juntes. Hay que aprender que cada uno tiene su manera.
  • ¿Por qué decidiste dedicarte a la literatura africana?
  • No sólo es la literatura africana, si bien es el 80% de lo que hago. Pero siempre me interesa el tema del desconocido, del asiático, del gitano, de las razas que aparentemente son distintas. El tema de África es muy interesante porque fueron pueblos, como todos los pueblos del mundo, muy castigados. Sin embargo el temple del africano y su cultura hablan de la familia, mantienen ese enorme valor. Y de ahí crece, porque de una familia a otra familia y a otra familia vamos formando una enorme pirámide, y esos valores nunca se pierden. Me inspira ese tipo de folclore. Por otro lado, los viejos de África. Nuestra cultura normalmente no suele respetar o tener en cuenta a la gente mayor como se debe, y ellos sí. Y yo quiero contar eso, me gusta contar eso. Ese es uno de los grandes motivos. Allá los ancianos son los que cuentan generalmente las historias y son los que resuelven los problemas sociales junto con el jefe. Su palabra es sagrada. Pero también cuentan historias las mujeres, los jóvenes. Allá es un hábito. A las noches se juntan a contar y escuchar cuentos, alrededor del fuego. Yo he visto cosas increíbles. Por ejemplo, el griot que es el que cuenta historias en África toca instrumentos, es un jeli; y lleva un grupo de músicos y un grupo de bailarinas. Las bailarinas van a bailar después de que el jeli cuente la historia, pero están obligadas a escucharla, a conocer la historia de su pueblo. Y el jeli les pregunta después a cada una si entendieron, y si alguna no entendió le cobra una multa: un pollo, un pedazo de carne, una pieza de tela. Están obligadas a conocer su cultura, es palabra viva. Por eso se dice en África que cuando un anciano muere arde una biblioteca entera.
  • ¿Tuviste la posibilidad de estudiar con maestros africanos?
  • Sí, gracias a dios pude conocer personalmente al griot de mi maestro, recibir historias, regalos personales que me dedicó. Me motivó mucho. Y a parte, yo estoy en contacto continuo con gente africana, porque hay que seguir estudiando. Cualquier duda que tengo pregunto, y siempre obtengo respuesta.
  • ¿En qué se diferencian la literatura oriental de la occidental?
  • Son muy distintas. Hablando de literatura africana, no es lo mismo que escriba una novela africana un blanco que vive en África, que un negro africano. El blanco saca una foto de la vida de África, el negro la vive. En las novelas negras nunca van a dejar de hablar de sus ancestros dentro de las historias, y se encuentran un montón de proverbios. No lo pueden evitar porque esta en su sangre. Entonces, el negro africano te va contar una novela comprometida, con tema social muy fuerte, pero a la vez te va a tirar hacia sus raíces diciéndote que eso se lo contaba su abuela, o el jefe de la aldea; es algo inevitable. Aparte, hay algo que siempre aparece en los relatos, que es la magia, porque las cosas mágicas son cotidianas en África. Ésa es la base de la cultura africana. Cuando cuentan una novela es comprometida, y es personal; y no olvidan nunca la palabra de sus ancestro, eso es fundamental
  • ¿Qué cuentos o autores africanos recomendás?
  • En general son muy difíciles de conseguir acá, pero hay una editorial que se llama “Del Cobre” que tiene muchos autores africanos. Yo recomiendo Ahmadou Kourouma, de Costa de Marfil, que escribió “Los soles de la Independencia”, “El voto de las fieras”; Amos Tutuola, de Nigeria: “El bebedor de vino de palma”, “Los fantasmas en la maleza”, si vos lees cómo está escrito ese libro, es como un chico que va escribiendo, y es tan fantástico el viaje que va haciendo que no podés parar de leerlo. Otros autores nigerianos son Ben Okri, Chinua Achebe que escribió uno de los libros más importantes de la literatura africana a mi parecer, que se llama “Todo se desmorona”.
  • ¿Por qué motivo contás cuentos?
  • El motivo fue cambiando. Yo al principio pensaba en lucirme, y en contar “lindo”. Hoy cambié mi óptica. Aprendí a respetar más el cuento sobre mi persona. El cuento me ayuda a mí a resolver cosas de mi vida hoy en día. Me da alegría contar, me da alegría compartir. Yo lo tomo desde un lugar muy africano: contamos, ya sea en un bar o en una fogata, como una familia. Ese tipo de acercamiento necesito. Es un tema de comunicación.

 

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